No era para usar todos los días pero cuando la lluvia aprieta o amenaza con ella, no hay nada mejor para tener en la mano que El paraguas
Paraguas clásico
Este un accesorio masculino en el que muchos usuarios deciden no gastarse mucho dinero ya que los pierden con facilidad. Me parece un buen argumento, pero si se sabe cuidar, el paraguas es un complemento duradero que dice mucho de nosotros.
La historia del paraguas comienza unida a su versión para mitigar el sol, la sombrilla, y de esta tenemos imágenes en grabados en la antigua Persia. Poco podían hacer estas sombrillas contra el agua al desconocerse la manera de impermeabilizar la tela.
El paraguas tal y como lo conocemos fue creado en 1823 cuando el químico escocés Charles Macintosh logró impermeabilizar su tela con caucho, aunque en principio el primer prototipo era un armastoste que apestaba a dicho elemento. Aún así, en poco tiempo se hizo popular por su evidente utilidad en el clima británico entre quienes podían permitírselo, por lo que se convirtió en un accesorio de prestigio. Hoy día sigue siendo imprescindible en la imagen del caballero inglés junto al bombín.
¿Paraguas plegable o no?
Ambos son una buena opción. Los plegables de una o doble flexión son muy útiles para poder llevarlos consigo en climas donde la lluvia sea una incertidumbre, pero si sabemos que va a llover, lo mejor es un paraguas clásico de puntera metálica y mango en madera. Este modelo es más resistente y nos sirve incluso como bastón y defensa.
¿Cómo elegir un buen paraguas?
Lo primero que tenemos que decidir es si lo queremos plegable o no.
Los plegables son más endebles por naturaleza, pero es falso que no puedan durar más de una temporada, eso sólo ocurre con los paraguas baratos que compramos por la calle.
Lo primero en que tendremos que fijarnos es en la tela, esta ha de ser gruesa, sintética y con un tratamiento impermeabilizador del lado interno que salte a la vista. Mírala al trasluz, si ve que es muy transparente, descarta ese paraguas.
Vigile especialmente las uniones de las piezas de tela, pues puede entrar agua si están mal cosidas o si el hilo no tiene tratamiento impermeabilizante.
Las varillas han de ser robustas y encajar bien entre ellas. Haz la prueba de abrirlo y cerrar el paraguas rápidamente y mira como se engarzan las varillas. Otra prueba es abrir el paraguas totalmente, alzarlo y tirar con fuerza hacia abajo y ver como se comporta al generar resistencia contra el aire. Si no lo notas firme en esa situación, lo será mucho menos en la calle cuando haya viento.
¿Tamaño? Eso depende de nuestra envergadura, pero para un hombre aconsejo que las varillas no midan menos de 60 centímetros. Cuanto más grande, mejor.
Y desde luego en color negro o si acaso, en tonos grises o azul marino.
Un buen paraguas es una inversión si se sabe cuidar. Puede ser la diferencia entre acudir a nuestro trabajo con buena presencia o hecho una sopa. Un buen regalo para el hombre.
El paraguas tal y como lo conocemos fue creado en 1823 cuando el químico escocés Charles Macintosh logró impermeabilizar su tela con caucho, aunque en principio el primer prototipo era un armastoste que apestaba a dicho elemento. Aún así, en poco tiempo se hizo popular por su evidente utilidad en el clima británico entre quienes podían permitírselo, por lo que se convirtió en un accesorio de prestigio. Hoy día sigue siendo imprescindible en la imagen del caballero inglés junto al bombín.
Caballero inglés con paraguas. Foto de la firma Hacket
Ambos son una buena opción. Los plegables de una o doble flexión son muy útiles para poder llevarlos consigo en climas donde la lluvia sea una incertidumbre, pero si sabemos que va a llover, lo mejor es un paraguas clásico de puntera metálica y mango en madera. Este modelo es más resistente y nos sirve incluso como bastón y defensa.
Paraguas plegable
Lo primero que tenemos que decidir es si lo queremos plegable o no.
Los plegables son más endebles por naturaleza, pero es falso que no puedan durar más de una temporada, eso sólo ocurre con los paraguas baratos que compramos por la calle.
Lo primero en que tendremos que fijarnos es en la tela, esta ha de ser gruesa, sintética y con un tratamiento impermeabilizador del lado interno que salte a la vista. Mírala al trasluz, si ve que es muy transparente, descarta ese paraguas.
Vigile especialmente las uniones de las piezas de tela, pues puede entrar agua si están mal cosidas o si el hilo no tiene tratamiento impermeabilizante.
Las varillas han de ser robustas y encajar bien entre ellas. Haz la prueba de abrirlo y cerrar el paraguas rápidamente y mira como se engarzan las varillas. Otra prueba es abrir el paraguas totalmente, alzarlo y tirar con fuerza hacia abajo y ver como se comporta al generar resistencia contra el aire. Si no lo notas firme en esa situación, lo será mucho menos en la calle cuando haya viento.
¿Tamaño? Eso depende de nuestra envergadura, pero para un hombre aconsejo que las varillas no midan menos de 60 centímetros. Cuanto más grande, mejor.
Y desde luego en color negro o si acaso, en tonos grises o azul marino.
Un buen paraguas es una inversión si se sabe cuidar. Puede ser la diferencia entre acudir a nuestro trabajo con buena presencia o hecho una sopa. Un buen regalo para el hombre.
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